VIDEO | Teatro en la estación: cuando el tren se transforma en un escenario de sorpresa y ficción



Imagínate estar en la estación, estás apurado, llueve un poco y hace frío, vos esperando el bendito tren, revisando el celular o pensando en lo que te queda del día… y de repente, un par de “locos” a los gritos interrumpen tu calma. Uno viene con una valija antigua, el otro con sombrero y chaleco, discuten como si estuvieran en otra época...
Al principio pensás que es una pelea, o que algo raro está pasando. Pero aparece un tercero, una mujer vestida como en los años ’40, y después otro más. ¿¡Qué carajo está pasando!? Sin escenario, sin aviso, sin boletos de entrada. De pronto, sos parte de una obra de teatro que te envuelve sin pedir permiso y te cambia la jornada.
Esa es la historia que nos cuenta Santiago Rosa, periodista, conductor radial, actor amateur y docente, en diálogo con NOVA. Un espectáculo que ha dejado atónitos a los neuquinos en el Tren del Valle y que, amablemente, el entrevistado nos ha detallado en una cordial entrevista.
La iniciativa es parte de un proyecto de teatro itinerante que surge como idea de Lucio Herrera, profesor de teatro e hijo del reconocido folclorista Tata Herrera. Inspirado en el teatro popular y callejero, Herrera adaptó esta experiencia a las estaciones de tren como forma de intervención cultural y reclamo simbólico por la vuelta del ferrocarril.
Con una puesta en escena que simula viajes de época y actores que irrumpen en medio de los pasajeros sin previo aviso, la propuesta busca conectar con el público desde la sorpresa, apelando al transporte como motor de inclusión y memoria colectiva. El proyecto comenzó en 2017, se detuvo durante la pandemia, y actualmente sigue sumando funciones y participantes, muchos de ellos actores vocacionales.
Entre los participantes se encuentran el propio director Herrera, el entrevistado Rosa, pero además lo componen en la actualidad: Gisela Dolzadelli, Pocho Casado, Claudio Vaucheret, Vilma Chiodin y Cecilia Lizasoain.
“Lo impactante es que la gente no sabe que está por ver una obra. Está esperando el tren, metida en su mundo, y de repente aparecemos nosotros, a los gritos, vestidos como en los años '40. Al principio piensan que pasó algo malo, o que estamos locos, pero cuando ven que se suman más actores, entienden que es teatro. Y lo mágico es que, sin darse cuenta, empiezan a formar parte. Se ríen, responden, se convierten en personajes. Es un ida y vuelta hermoso, que no se da ni en una sala tradicional”, destaca Rosa.
Pero la labor cultural y urbana no termina ahí. Santiago también conduce un programa de tango, una pasión que lo acompaña desde hace años. “Es la música de la adversidad”, asegura, y explica que lejos de parecerle una música triste, la siente como una forma de resistencia. “Habla de la persona común, sin poder, que se sobrepone a lo cotidiano. Es un canto que puede ser un lamento, sí, pero también una forma de plantarse frente a la ciudad, que muchas veces te despoja de tu identidad”. Para él, el tango —con sus contradicciones, su historia y su poética— sigue siendo un acto de rebeldía.
Su bisabuelo andaluz, un “gitanillo” que bailaba sobre las mesas, fue quizás el origen de ese impulso histriónico y expresivo que se fue heredando en su familia: “Yo imitaba a mi tío, hacía chistes, me gustaba hablar en público… veía un escenario y quería subirme”, recuerda. En su adolescencia encontró en los talleres de teatro un espacio para jugar a ser otro, pero también para decir lo propio. “Aunque estés actuando, sabés que ese mensaje llega. Y ahí es cuando el arte se vuelve una forma de decir lo más profundo”, reflexiona.
Según cuenta el entrevistado, su historia con el arte y la comunicación comenzó en Rosario, su ciudad natal, cuando apenas tenía 17 años y empezó a hacer radio en FM comunitarias. Con una fuerte inclinación por la escritura, su vocación periodística se consolidó cuando estudió la Tecnicatura Superior de Periodismo, aunque, reconoce, le hubiera gustado seguir Letras. “Me gustaba escribir cuentos, poesías, leer. No tenía toda la información en ese momento, pero tuve la suerte de tener grandes profesores, como (el hoy diputado) Carlos del Frade, que nos daba la oportunidad de hacer columnas en radio mientras estudiábamos”, recuerda.
Después de vivir en ciudades como Buenos Aires y Córdoba, Santiago llegó a Neuquén en 2002, ya casado, comenzó a dar clases en escuelas secundarias tras validar su título. Fue allí donde descubrió una vocación inesperada: la docencia. Durante más de dos décadas enseñó materias vinculadas a la comunicación, como taller de periodismo, medios, locución y fotografía. “La docencia es una forma de sembrar —dice—. Una doble acción de enseñar y aprender. Enseñar aprendiendo y aprender enseñando”.
A la par, nunca abandonó la radio: en 2003 lanzó su primer programa en Neuquén, La Llave del Misterio, sobre ovnis y fenómenos inexplicables. Desde entonces, pasó por diversas emisoras y formatos, abordando temas tan diversos como el folclore, la divulgación cultural, y por supuesto, el tango. Actualmente conduce dos ciclos: Mágico Real en LU5, centrado en leyendas y misterios de todo el mundo pero haciendo hincapié en el Alto Valle, y un programa en FM Capital, como dijimos, donde se cruza el tango con la historia de la ciudad. “El periodismo cultural es mi lugar —afirma—. Porque somos el nexo entre los saberes específicos y la gente. Hacemos digerible lo complejo, y también visibilizamos lo que otros no muestran”.
Hasta los fantasmas bailan tango...
Rosa encontró en lo sobrenatural una puerta abierta a la divulgación cultural. Desde hace años conduce Mágico y Real, un programa radial que mezcla leyendas urbanas, mitos populares y relatos de lo inexplicable. Aunque muchos lo identifican como “el de los fantasmas”, Santiago aclara que su interés no pasa por la creencia, sino por el poder de las historias. “No importa si los fantasmas existen o no, lo que sí existen son las historias que la gente crea sobre ellos. Esas historias hablan de nuestros miedos, de nuestra necesidad de entender lo desconocido”, explica.
El programa nació como una excusa para abordar contenidos culturales de forma accesible. Desde mitos griegos hasta leyendas africanas, pasando por fantasmas patagónicos y ovnis en la cordillera, Mágico y Real navega entre lo simbólico y lo narrativo. La raíz de esta pasión, cuenta Santiago, se remonta a su infancia, cuando su abuelo correntino le contaba historias misteriosas y su madre le transmitía el amor por las culturas orientales. “De chico me pasaba horas viajando por los diccionarios buscando dioses. Zeus, Cronos, Rea. Me fascinaba cómo todo se conectaba. La mitología es una trama infinita”, recuerda.
Esa fascinación tomó cuerpo también en proyectos concretos, como la recorrida nocturna por el cementerio de Neuquén. Allí, Santiago se une a historiadores para guiar un recorrido cultural que rescata historias de personalidades locales y aporta una mirada distinta sobre el lugar. “No se trata de desacralizar el cementerio, sino de proponer otra forma de mirar la muerte, más cercana, más reconciliada con la vida”, aclara. Su participación incluye una sección dedicada a la simbología masónica y otra donde comparte leyendas urbanas vinculadas al lugar.
Además, es autor de Los libros de las leyendas de Neuquén, donde recopila relatos populares de la región. Aunque la recorrida por el cementerio no está incluida allí, sí figuran varias leyendas locales que Santiago ha recopilado a lo largo de los años, muchas de ellas relatadas por vecinos en persona.
Tal fue la cantidad de relatos que en algún momento decidió armar un “mapa de los fantasmas” de Neuquén: apariciones en escuelas, barrios, estaciones de tren, e incluso la conocida “Dama de Blanco” en la Torre Talero. “La gente me decía: vos también tenés que contar lo que pasa en mi barrio, en el Parque Industrial, en el San Lorenzo… Las historias empezaron a multiplicarse”, cuenta.
Consciente de que estos temas pueden prestarse al engaño o a la explotación emocional, Santiago marca distancia de cualquier enfoque esotérico o sensacionalista. “No somos parapsicólogos, no damos recetas. Solo intentamos abrir una puerta a la imaginación, a la memoria colectiva, al patrimonio inmaterial que tienen las historias. Porque, como decía Borges, lo único de lo que tenemos certeza es de que vamos a morir. Lo importante es qué hacemos con esa certeza. Y ahí, las leyendas tienen mucho para enseñarnos”, detalló.
En cada proyecto que emprende, Santiago Rosa parece buscar lo mismo: la conexión con los demás. Ya sea desde la docencia, el periodismo, el arte o la investigación cultural, su trabajo está atravesado por una necesidad genuina de compartir, de recuperar la memoria colectiva y de tender puentes entre generaciones. Las leyendas, los trenes, los fantasmas o el tango no son excusas, sino vehículos para hablar de lo esencial: esos relatos que merecen ser contados.
Lo que atraviesa toda su trayectoria no es la nostalgia ni la mera acumulación de anécdotas, sino una convicción firme: que la cultura y la educación pueden ser herramientas reales de cambio. Para Santiago, compartir conocimientos, contar historias y escuchar las de los demás no es solo una tarea profesional, sino una forma de estar en el mundo. Enseñar, hacer radio o escribir un libro no son cosas separadas, sino partes de un mismo impulso.
Y así, con un libro bajo el brazo, un programa en el aire y una libreta llena de ideas por concretar, Santiago sigue andando, entre aulas, radios, cementerios e historias que nunca mueren.