La vida después de la fábrica: Gloria Godoy, la ceramista que moldea nuevas artes con sus manos


En las bardas neuquinas, entre los tonos ocres y la aridez que se abre camino hacia el cielo patagónico, la arcilla forma parte del paisaje cotidiano. No es algo escondido; siempre ha estado ahí, rodeando a la ciudad. A lo largo de la historia, ese barro sirvió para levantar ranchos, moldear vasijas y transmitir un oficio que pasó de generación en generación.
La historia del oficio de la alfarería en la Patagonia argentina se remonta a unos 1.800 años atrás en la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro, cuando las primeras comunidades mapuches comenzaron a moldear vasijas y utensilios de arcilla, impulsadas por un aumento de los movimientos poblacionales. Sin embargo, los primeros registros de la humanidad sobre la cerámica datan de hace más de 10.000 años en Asia Oriental y Medio Oriente.
Pero la historia no termina en el barro ancestral. Entre tradición y modernidad, Neuquén, por ejemplo, cuenta con una fábrica ceramista que hoy está bajo control obrero. La conocida Zanón nunca ha pasado desapercibida y ha sido motivo de titulares en los matutinos de la región en más de una ocasión. En ese contexto, Gloria Godoy formó parte de la fábrica durante 15 años, y aunque hace tres se jubiló, nos comparte su historia en un ameno diálogo.
“Estuve relacionada a Zanón desde 1999, fui partícipe de la recuperación de la fábrica y de la primera comisión de mujeres. Mi vida cambió: aprendí a luchar, a involucrarme, a mirar las injusticias alrededor y a valorar la solidaridad de la gente”, afirmó la entrevistada. Entre recuerdos de marchas y gestos de apoyo inesperados, Gloria describe cómo la cerámica también construyó comunidad, conciencia y un sentido de pertenencia que va mucho más allá del oficio.
Recordemos que Zanón, inaugurada en 1987 por un importante empresario italiano, cuyo apellido dio nombre a la fábrica, fue tomada y gestionada por sus trabajadores desde 2001, y permanece bajo control obrero hasta la actualidad. No solo produce baldosas: se convirtió en un símbolo de la época, por lo que toda la comunidad neuquina tiene noción de lo que se habla cuando se nombra a Fasinpat.
En su casa de Centenario, que levantó ladrillo a ladrillo durante diez largos años y donde hoy mira con orgullo cada rincón, Gloria pone a calentar la pava para el mate, el cual prefiere con azúcar, y reflexiona sobre su pasado: “Yo antes era ama de casa, ¿viste?”, dice con una sonrisa tímida. “No me metía mucho en lo que pasaba a mi alrededor, no cuestionaba nada… vivía tranquila, ocupándome de la familia y de la casa. Zanón fue para mí un despertar; me encanta esa frase: personalmente, de la cabeza, de la conciencia, de la solidaridad”, sentencia.
Después de tantos años de trabajo, Gloria disfruta ahora de su tiempo libre con la misma dedicación con la que levantó su casa. Entre mates, risas y fotos de sus nietos, describe su día a día disfrutando de la familia: “Mis nietos tienen cuatro y cinco años, son mis ‘Spider-Man’ chiquititos. Cuando me dicen ‘abuelita, te amo’, se me llena el corazón”, dice, mientras muestra orgullosa imágenes de ellos en la pantalla de un celular.
De la cerámica a la madera, de Zanón a su taller casero. Gloria descubrió que las manos saben reinventarse. Después de tantos años en la fábrica, hoy encuentra en la madera un nuevo mundo para sus dedos. Hace unos meses, su hija la impulsó a anotarse en un curso de fabricación de juguetes, y desde entonces sus días se llenan de creatividad y dedicación.
“Al principio dudaba, pero ella me dijo: ‘mamá, ya estás anotada’, y así me dejé llevar”, cuenta con una sonrisa que ilumina su rostro. Ahora arma juguetes de encastres, rompecabezas, de arrastre, pronto serán de ingenio, contó; y cada pieza terminada le devuelve una gran satisfacción: “Crear algo con tus manos, ver que cobra vida, me hace sentir viva, feliz”, confiesa con ternura.
Entre excursiones y aventuras con un grupo de viajeros, Gloria ha recorrido la Argentina: las Termas de Río Hondo, Merlo, Catamarca, el Valle de la Luna y el Talampaya, en las provincias de San Juan y La Rioja, dejándose sorprender por paisajes que la llenan de asombro y alegría.
Cada viaje es un respiro, una forma de sentirse viva y conectada con el mundo que la rodea: “Me encanta viajar mientras pueda, mientras mis piernas me acompañen”, dice con entusiasmo, mostrando que su nueva vida de jubilada no significa quedarse quieta, sino abrirse a nuevos horizontes y redescubrir la vida a cada paso.
Pero a pesar de las nuevas experiencias, nunca se olvida de dónde se viene, al rememorar, por ejemplo, sus últimos días en la fábrica: “Fui despidiéndome de algunos compañeros, de los más cercanos. Me dio mucha tristeza, me hubiera gustado que las cosas fueran de otra manera”, confiesa, con voz nostálgica.
La situación actual de la planta no es la mejor: los constantes cortes de gas y luz detienen la producción, y la falta de renovación de maquinarias limita su funcionamiento habitual, a pesar de los pedidos de ayuda al Estado que nunca se concretaron, quedando reducidos a “habladurías” con los distintos gobiernos. “Muchos años de esfuerzo y lucha, y ver que les cortan el gas… me dio mucha tristeza y bronca”, admite la entrevistada.
A pesar de los recuerdos de lucha y los obstáculos, Gloria también se deja llevar por la alegría de lo cotidiano. Entre viajes que despiertan el asombro y la mantienen viva, sus manos que ahora moldean juguetes y entre las risas de sus nietos, descubre nuevos horizontes. Cada día es una invitación a sentirse viva, a reconectar con la curiosidad y el mundo.
“Hay que aprovechar cada momento, cuidarse y estar bien. No tener miedo, porque muchas veces el miedo te paraliza y nos impide hacer cosas”, dice con convicción, recordando las lecciones de solidaridad, lucha y valentía que le dejó su historia en Zanón. Esas enseñanzas hoy le dan fuerza para enfrentar cada desafío y transformar cada instante en una experiencia plena.
Gloria mira reflexiva a su alrededor, se ceba otro mate y sonríe. Todo lo que la rodea convierte su casa en un espacio acogedor, ese lugar que tanto soñó y del que hoy disfruta plenamente. Sin olvidar los caminos recorridos y con la mirada puesta en lo que falta por lograr, sigue escribiendo su historia, paso a paso, entre recuerdos, sueños y nuevos proyectos.