Política
PJ provincial

La Justicia fulmina la prórroga de mandatos: ordena a Martínez y Parrilli a llamar a elecciones en cinco días

Martínez, el rostro de una conducción en retirada: la Justicia le puso fin al plan de extender su mandato hasta 2026

La interna del PJ neuquino entró en su etapa más oscura. Como un edificio abandonado que se viene abajo por su propio peso, el peronismo de la provincia vive horas dramáticas tras un fallo demoledor de la Justicia Federal que anuló la prórroga de mandatos impuesta por la conducción del partido, encabezada por el siempre cuestionado Darío Martínez. La jueza Carolina Pandolfi no solo desarmó el andamiaje de maniobras dilatorias con el que pretendían extenderse cómodamente en el poder hasta marzo de 2026, sino que además exigió que se convoque a internas en un plazo perentorio de apenas cinco días.

El mazazo judicial cayó este martes como un baldazo de agua helada sobre una conducción ya tambaleante, que intentó aferrarse a una débil excusa estatutaria para perpetuarse en los cargos. Martínez, presidente del partido y alfil de Oscar Parrilli en la provincia, había logrado en mayo que el Congreso Provincial aprobara por unanimidad una insólita prórroga de 180 días para los actuales mandatos, con la promesa de realizar elecciones recién el 15 de marzo de 2026.

La movida fue tan burda como previsible: dilatar, especular, acomodar fichas y llegar a la próxima interna con todo atado. Pero la Justicia, esta vez, no se dejó engañar. En un fallo lapidario, Pandolfi dejó en claro que los argumentos esgrimidos eran simplemente papel mojado. Recordó que los mandatos vencieron el 29 de abril y que el estatuto solo permite prórrogas en contextos excepcionales, como una coincidencia con elecciones generales. Nada de eso ocurría.

Lejos de mostrar voluntad democrática, el PJ neuquino se encerró en sí mismo, ignoró advertencias del tribunal y siguió operando a puertas cerradas, mientras el deterioro institucional avanzaba sin freno. La jueza lo dijo sin vueltas: el partido tuvo "tiempo suficiente para realizar su renovación de autoridades" y "nada hizo". El nivel de desidia es tan profundo que ni siquiera hubo un intento de justificar la parálisis.

La estructura partidaria, manejada por el operador Javier Bertoldi desde el Congreso Provincial, también quedó en evidencia. El Congreso sesionó con 57 de 78 miembros y discutió todo tipo de temas, desde balances contables hasta análisis político-electorales, pero evitó enfrentar el elefante en la habitación: la urgente necesidad de recambio.

Detrás del silencio, se esconde el verdadero temor del oficialismo: perder el control. El sector opositor, alineado con el gobernador Rolando Figueroa, crece en volumen y representación dentro del PJ y amenaza con romper el cerco de impunidad que construyeron durante años figuras como Martínez y Parrilli, eternos arquitectos de roscas sin contenido ni renovación.

La maniobra de estirar los mandatos fue la última jugada desesperada de un liderazgo sin calle ni legitimidad. El PJ neuquino se convirtió en una cáscara vacía: sin representación real, sin militancia activa y ahora, también, sin autoridad legal. La vida democrática del partido fue arrasada por una dirigencia que solo supo sostenerse a fuerza de chicanas internas, nombramientos cruzados y reuniones a puertas cerradas.

En cinco días se define mucho más que un cronograma electoral: se define si el PJ neuquino sigue siendo una maquinaria oxidada de cargos y pactos, o si tiene una mínima chance de volver a sintonizar con la realidad. El fallo de Pandolfi es el certificado de defunción política de una etapa marcada por el estancamiento, el personalismo y la pérdida de brújula. Si el peronismo quiere volver a tener un rol en la vida política neuquina, deberá pasar por el tamiz de una interna real, abierta y transparente. Pero para eso, primero, tendrán que soltar el poder quienes se creen sus dueños.

Martínez y Parrilli, por ahora, siguen jugando a esconderse.

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