Ángel Darbesio y la epopeya de la primera televisión provincial





Varias décadas antes de la historia que nos ocupa, en una tarde porteña cualquiera, un grupo de estudiantes de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, liderados por Enrique Susini, subió en 1920 a la terraza del Teatro Coliseo y realizó un hecho histórico: la primera transmisión radial del mundo.
A través de un rudimentario equipo, su señal llevó la ópera Parsifal de Wagner a un puñado de oyentes, pero lo verdaderamente trascendente fue que ese acontecimiento abrió el camino a la radiodifusión moderna y colocó a la Argentina a la vanguardia de las telecomunicaciones.
Nadie podía imaginar que aquel hito cambiaría para siempre la forma de acercar música, entretenimiento e información a la gente.
Mucho después llegaría la televisión, primero en blanco y negro y, durante el Mundial de 1978, con transmisiones experimentales a color; algunos argentinos con televisores preparados pudieron disfrutar de los partidos a color. Sin embargo, mientras la mayoría seguía viendo en blanco y negro, la televisión a color se habilitó oficialmente recién en 1980.
Pero en un pueblo totalmente alejado de la algarabía de la calle Corrientes y del Obelisco, en el interior de la provincia de Neuquén, otro grupo de jóvenes, llenos de entusiasmo y alocados por un sueño, se lanzó a la aventura de inaugurar el primer canal de televisión de Cutral Có y de toda la historia de Neuquén, en un paralelismo inevitable con aquellos “locos de la azotea”.
Se trató del Canal 3 “Superama”. Fue el primero de la provincia, antes que Canal 7 de Neuquén capital y Canal 10 de General Roca, los cuales todavía perduran.
Además, se trató del primer canal cerrado que abastecía únicamente un radio de 8 kilómetros, dada la extensión del cableado, llegando la señal a las comunidades petroleras de Plaza Huincul y Cutral Có, que según los censos de 1960 contaban con aproximadamente 16 mil habitantes entre ambas vecinas localidades.
Aquella travesía, una verdadera odisea de una década y media, estuvo marcada por la pasión, el ingenio y la creatividad de quienes creyeron que podían acercar imágenes y entretenimiento a su comunidad desde cero, con recursos limitados y mucha inventiva.
La primera transmisión fue en 1965 y, lamentablemente, el proyecto se vio truncado en tiempos de la dictadura militar, en 1980, sin darle continuidad a este capítulo pionero de la historia televisiva neuquina.
Entre los protagonistas de esta aventura se encontraba Ángel Darbesio, nacido en Plaza Huincul, quien formó parte de todo este proceso y hoy, a sus 82 años, nos recuerda con lujo de detalle los desafíos, logros y anécdotas de aquellos años que marcaron un hito.
La historia de Canal 3 “Superama” nació como un proyecto de la Federación de Sindicatos Unidos Petroleros del Estado (SUPeH). Ángel recuerda que todo se construyó con recursos limitados y un esfuerzo casi artesanal: “Desde ahí nació un coaxial que recorría 8 kilómetros de largo... y había más o menos 11200 habitantes en Cutral Có y 4500 en Plaza Huincul”.
La señal estaba diseñada para cubrir la comarca petrolera, conectando casas, oficinas y campamentos a través de un tendido de cable que se extendía desde la zona céntrica hasta la planta compresora de gas estatal, YPF.
“El papá de Adriana Salgueiro, con un socio de apellido Lemos, fue el que instaló el canal”, recuerda Ángel. Así surge la primera televisora sindical de Argentina, promovida por la federación petrolera bajo la gestión del secretario general Adolfo Cavalli.
La conducción artística quedó en manos de Emilio Bolón Varela (hijo), quien llegó desde Buenos Aires y formó a los primeros locutores locales: Jorge Carlos Guzmán y María Margarita Domina. La instalación técnica fue todo un desafío: se tendieron redes coaxiales por varios kilómetros para cubrir Cutral Có y Plaza Huincul, llevando la televisión a una región que hasta entonces solo contaba con radios locales y un cine.
Los primeros programas fueron una verdadera lección de creatividad. Aunque inicialmente no contaban con imágenes en movimiento, Ángel y su equipo idearon formas de llevar contenidos al público: las fotografías se revelaban, se pasaban a diapositivas y luego se emitían a través del carrusel.
“Era toda una loca carrera para poder ofrecer algo más”, recuerda. El canal no solo buscaba el entretenimiento, sino que también se convirtió en un espacio de difusión cultural y artística, aprovechando la riqueza local y regional.
Artistas locales se sumaban a los programas musicales, mientras que intérpretes de renombre llegaban desde Buenos Aires para presentaciones y eran incluidos en la programación televisiva. Entre ellos se destacaron Jorge Cafrune, Alberto Morán, Roberto “Chocho” Florio, Mario Bustos, los Cantores de Quilla Huasi, los hermanos Tacunau y Nicky Jones del Club del Clan, entre otros tangueros y folcloristas.
La dimensión informativa del canal también fue un desafío que Ángel asumió con entusiasmo. Se encargó de producir y leer un informativo diario de cinco minutos, confeccionado con notas recogidas de radios de Buenos Aires y leído en vivo, sin imágenes.
Además, impulsó la programación deportiva, creando la “Telesíntesis Deportiva” en 1968 y ampliándola con la colaboración de otros periodistas locales y con imágenes en diapositivas cuando los videotapes aún no existían.
Cada partido de fútbol era registrado en fotografías, revelado y convertido a diapositivas que se transmitían en el programa, un trabajo artesanal que combinaba pasión, técnica y compromiso con la comunidad.
Si hacemos un flashback histórico, los avances tecnológicos respecto a la comunicación han ido en progreso: desde la invención de la imprenta en 1455 hasta 1844, cuatro siglos más tarde, cuando Samuel Morse inauguró la era de la comunicación instantánea al enviar el primer mensaje telegráfico entre Washington y Baltimore (con el código Morse).
El texto elegido fue “What hath God wrought?” (“¿Qué ha hecho Dios?”), tomado del Libro de los Números. Aquellas cuatro palabras, casi bíblicas, resumían la magnitud del invento: por primera vez, la palabra viajaba más rápido que la persona. Luego vendrían Alexander Graham Bell con el teléfono en 1876 y Guglielmo Marconi en 1895 con su telegrafía sin hilos, padre de la radio moderna.
No todo fue fruto del ingenio individual: muchas veces, fueron las guerras y sus fines bélicos los que aceleraron estos avances. Incluso hasta el invento de los drones, creados originalmente con fines de vigilancia militar, hoy parecen una herramienta de lujo para los creadores de contenidos en redes, influencers y comunicadores digitales.
Esto pone aún más en valor que, con las pocas herramientas disponibles en los años 60, Ángel y su equipo lograran sentar un precedente que marcó un capítulo inolvidable de la televisión neuquina. No obstante, en 1972, su trayectoria en los medios se vio interrumpida por motivos personales: se mudó a Cipolletti para dedicarse al cuidado de su esposa, que atravesaba una grave enfermedad.
Aun así, continuó trabajando en otros medios de la región durante algunos años, como corresponsal para diarios locales y radios como LU5, y tuvo una breve etapa en Canal 7 de Neuquén, donde aplicó toda la experiencia adquirida en Cutral Có. “La recuerdo con alegría por todo lo que pude hacer; en aquel momento era todo nuevo”, confiesa el entrevistado, orgulloso de haber contribuido en este viaje.
El legado de Canal 3 Superama no se mide solo en tecnología o en horarios de transmisión, sino en la oportunidad de cumplir sueños y de acercar cultura, música y deporte a una comunidad que hasta entonces carecía de medios audiovisuales propios.
Hoy, a sus 82 años, Ángel reivindica aquel esfuerzo: “Lo que me interesa es que todo esto se conozca, se difunda y no caiga en el olvido”. Y, para cerrar el círculo, considera justo que un reconocimiento en la puerta del sindicato recuerde para siempre que allí nació la primera televisora sindical de Argentina, un hito cultural que marcó el inicio de la televisión en Neuquén y dejó un legado imborrable en la memoria colectiva.