Panorama Político de Neuquén
Educación

Las manos manchadas de sangre: a 15 años del asesinato de Carlos Fuentealba

El primer excluido de todo cargo y culpa fue el ex gobernador Jorge Omar Sobisch, a pesar de que fue quien ordenó la feroz represión policial que sufrieron los docentes aquel 4 de abril de 2007. (Dibujo: NOVA)

Esta semana volvió a cumplirse un nuevo aniversario del asesinato del docente Carlos Fuentealba. 15 años pasaron desde aquel proyectil que la Policía le disparó a quemarropa para terminar con su vida, tras impactarle a escasos metros en la cabeza (desleal y desde atrás) y prácticamente dejarlo moribundo en Arroyito.

Desde lo judicial poco y nada se ha avanzado. Si bien el cabo Darío Poblete fue condenado con una rapidez inusual en lo que se denominó Fuentealba I, donde se juzgaba, básicamente, al autor material del crimen, poco se ha logrado avanzar con los mentores, es decir, los autores intelectuales.

El primer excluido de todo cargo y culpa fue el ex gobernador Jorge Omar Sobisch, a pesar de que fue quien ordenó la feroz represión policial que sufrieron los docentes aquel 4 de abril de 2007, tras 30 días aproximados de huelga.

Ese día fue “una cacería” aseguran testigos y víctimas, pero sobre todo, las imágenes, que son el mejor testimonio y se pueden ver fácilmente en YouTube. La Policía actuó con alevosía como si de ganarse el ganado en tiempos cavernícolas se tratara. No hubo ni un poco de humanidad, ni de piedad.

Y semejante ferocidad acabó con la vida de un maestro en manos de las fuerzas del Estado, bajo la orden de un gobernador que aspiraba a ser Presidente de la Nación por aquel año. No obstante, Sobisch jamás estuvo cerca de ser imputado, como la mayoría de los sectores exigían. El amiguismo en el poder, pudo más.

No obstante, si bien no recayó ninguna pena judicial sobre el mandatario provincial, la condena fue política y sobre todo social. Sus aspiraciones a la Casa Rosada se fueron a pique. Esta volatilidad en la imagen de su figura se tradujo en el corrimiento de toda escena política durante largos años, hasta que volvió a resurgir entre las cenizas como el Ave Fénix, (y sin sonrojarse) con su nuevo partido Democracia Cristiana, midiendo un caudal de muy pocos votos.

Regresando estrictamente a lo judicial, una vez corrido el ex gobernador, la causa Fuentealba II, que –repetimos- juzga a sus autores intelectuales, recaía solamente en la culpabilidad de los jerarcas policiales (y no políticos) que, en principio iban a ser 15, pero tras intentos y favores, bajaron esa cifra a apenas 8 cabecillas de la fuerza. Cada vez pierde más fuerza la idea de una Justicia real.

En todo este marco, el pasado lunes 4 de abril, aproximadamente unas 15 mil personas marcharon y además se hizo un acto con 400 presentes en el lugar que trae el peor recuerdo: Arroyito, a unos 50 kilómetros de Neuquén capital, donde se recordó a Fuentealba.

Sin embargo, no podía faltar la polémica: hubo una gran parte de sectores enojados por la actividad que llevó a cabo la conducción de ATEN, de Marcelo Guagliardo, con una especie de festival de música al cierre del día.

En una jornada negra, de luto, de dolor, muchos se retiraron del lugar, molestos y disconformes con lo que acontecía. Una festividad fuera de contexto que da cuenta de la política somnolienta de la conducción sindical respecto a este hecho y a lo que debería ser una posición más firme en lo judicial y más respetuosa en lo conmemorativo.

La salud, otra vez la salud…

Esta semana, otro tema que estuvo en agenda e impactó a la esfera pública tuvo que ver con una denuncia de mala praxis en el Policlínico Neuquén y que vincula al centro de salud La Natividad, tras el fallecimiento de una nena de 11 años de edad.

La joven sufrió durante cuatro días dolores de tipo abdominales que, luego, se supo que se trataría de una peronitis mal diagnosticada, algo que por supuesto está en investigación. A raíz de ello, su familia marchó en pedido de justicia, el pasado martes.

Pero los problemas y las denuncias respecto al ámbito de salud no se terminan allí. Es que también usuarios del sistema público denunciaron enojados el destrato en el Hospital Heller a la hora de solicitar un turno, con duraderos y nocturnos acampes a la intemperie, en plena madrugada. Una verdadera locura, sobre todo, en tiempos de la era digital.

Finalizando y justamente hablando del Hospital Heller, también esta semana se conoció que se debió cerrar su cocina por una fuga de gas. Una situación similar a los problemas edilicios y de infraestructura que viven los edificios públicos de toda la Provincia, como en reiteradas ocasiones pasó con diversas escuelas (recordemos la tragedia de Aguada San Roque). Acontecimientos que forman un común denominador…

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