Las imágenes de los profesionales de la salud “trapeando” la inundación adentro del nosocomio, o cómo el agua llegaba hasta más de medio metro de altura en algunos sectores del lugar, marcan una realidad en la falta de inversión y renovación de la infraestructura en salud, no solo en la capital, sino en toda la provincia.

Pero esto es algo que no debe sorprender, porque justamente en el mismo Hospital Castro Rendón renunciaron la mitad de los terapistas entre marzo y abril (5 de los 11 profesionales que se encontraban hasta ese momento), a raíz justamente de las condiciones de sobreexplotación –atendían el doble de camas de lo recomendado-, no tenían sectores ni jornadas de descanso, estrés laboral y… falta de insumos en medio de una pandemia.

A esto se le suma el desprecio que el gobernador Omar Gutiérrez tiene para con los trabajadores de la salud, tanto así que ni siquiera tuvo la voluntad de sentarse a escucharlos e intentar dialogar, pero no: directamente se burló ofreciéndoles un bono “Covid” por decreto, que es peor aún que el 15 por ciento que rechazan.

Esta es la situación –que está a la vista de todos los neuquinos- en la que se encuentra la salud provincial, marcando desde inicios de la pandemia casi un colapso en las camas de terapia intensiva (constantemente, no solo durante los picos de contagios), es decir, no alcanzan para abarcar al total de la población, y además se ve totalmente desmejorada en infraestructura, insumos, personal y salarios.