Política
Mientras el partido se desintegra

MPN: Sapag rompe el silencio con un saludo vacío

Jorge Sapag reapareció desde un auto con un mensaje nostálgico, sin una palabra sobre la crisis que atraviesa el MPN.

Después de meses de un silencio ensordecedor, Jorge Sapag salió de su cómodo ostracismo político y no fue para dar explicaciones, autocrítica ni asumir la responsabilidad del peor momento del Movimiento Popular Neuquino en su historia reciente. Fue, simplemente, para saludar al partido en su 64° aniversario con un mensaje grabado al paso, desde un vehículo, como si el presente del MPN no ameritara siquiera detenerse.

El exgobernador, figura central de la mítica Lista Azul y actual presidente de la Convención del partido, eligió reaparecer en una interacción radial, con frases hechas y lugares comunes, en medio de un panorama desolador para la militancia que lo supo seguir con fervor. En vez de asumir responsabilidades, Sapag optó por un mensaje casi melancólico, más parecido a una elegía que a un llamado a la reconstrucción.

Mientras el MPN se enfrenta a su desaparición electoral en las próximas legislativas —algo impensado hace tan solo un par de años—, Sapag se limitó a exaltar “los logros del pasado” y la “presencia histórica del partido en la provincia”. No hubo una sola línea sobre la profunda crisis institucional, ni una mención al abandono que sienten hoy cientos de militantes, ni mucho menos un gesto de autocrítica por las decisiones que condujeron al colapso.

El saludo, con tono anodino y desde un auto, parece haber sido pensado más como una formalidad que como una intervención política seria. Como si el derrumbe del partido que gobernó la provincia durante más de 60 años fuera un detalle menor, o como si lo que sucede hoy ya no fuera responsabilidad de quienes lo condujeron hasta este abismo.

Mientras el gobernador Rolando Figueroa consolida su espacio con dirigentes que alguna vez militaron en el MPN, el partido fundado por los Sapag no tiene siquiera certezas de si participará en las elecciones del 26 de octubre. Nadie da la cara. Ni Sapag ni el otro exgobernador y actual presidente del partido, Omar Gutiérrez, han emitido palabra alguna sobre el futuro del MPN.

El saludo en este contexto no hizo más que confirmar lo que muchos militantes vienen denunciando en voz baja: están solos, a la deriva, sin conducción ni plan. Apenas sobreviven con gestos simbólicos vacíos, mientras ven cómo la fuerza política que alguna vez construyó hospitales, caminos y escuelas se desangra por dentro.

La ausencia de un mensaje institucional claro, la negativa a dar explicaciones públicas sobre la renuncia del partido a competir, y la absoluta falta de convocatoria a una verdadera discusión interna, son los síntomas más visibles de una conducción que parece más interesada en proteger su legado histórico que en salvar lo poco que queda de una estructura partidaria devastada.

En su mensaje, Sapag se dedicó a resaltar que el MPN dejó “una provincia que es señera en el país” y que la energía de Argentina proviene del subsuelo neuquino. Pero no dijo ni una palabra sobre por qué ese mismo Neuquén le dio la espalda al partido histórico, por qué los votantes eligieron otra opción en 2023, ni qué piensa hacer el MPN ahora que está fuera del poder.

“Marcó historia, fijó rumbos, abrió puertas”, repitió sin entender el cambio de época en donde la remebranzas históricas no alcanzan para gobernar el presente ni para construir futuro. El mensaje no tuvo ni una pizca del coraje necesario para mirar de frente a la militancia que hoy se siente traicionada, usada y abandonada.

Por otra parte, una de las líneas internas del partido, el MAPO, se animó al menos a hablar de “autocrítica profunda” y preguntarse cómo recuperar el vínculo con la ciudadanía, Sapag evitó con esmero cualquier cuestionamiento. Se refugió en la nostalgia, en una actitud típica de quienes se retiran en silencio de la escena política.

El MPN se desmorona y sus máximos responsables miran para otro lado. Los que antes se llenaban la boca hablando de “proyecto colectivo” y “vocación de servicio” ahora no pueden explicar por qué el partido que construyó la identidad neuquina durante seis décadas está ausente del escenario político, en la vida de los neuquinos y, por ahora, sin rastros de un horizonte.

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