Elisa Algranati, arte comprometido en las paredes de la provincia





La ciudad de Neuquén se ha transformado con el paso de los años en un museo a cielo abierto gracias al trabajo de artistas que han plasmado su visión en los muros de la urbe.
Una de las protagonistas de esta transformación es Elisa Algranati, artista muralista cuyo compromiso con los derechos humanos y la expresión social la han convertido en una referencia indiscutible en el arte público. A través de su obra, Algranati ha dejado una huella imborrable en la identidad visual y cultural de la provincia de Neuquén.
Nacida el 4 de noviembre de 1963 en San Martín, provincia de Buenos Aires, Elisa Algranati se formó en Artes Visuales en el Instituto Universitario Nacional de Arte (IUNA), tras egresar de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Posteriormente, perfeccionó su técnica en pintura mural con el maestro Ponciano Cárdenas en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova.
En 1989, decidió radicarse en Neuquén, donde no solo desarrolló su carrera artística, sino que también desempeñó un rol clave en la formación de nuevas generaciones de artistas. Desde su llegada, comenzó a dictar clases en la Escuela Superior de Bellas Artes, enseñando Historia del Arte, Morfología, Sistema de Composición, Dibujo y Pintura.
Desde sus primeras incursiones en el muralismo, Algranati comprendió que su arte tenía un poder transformador. Lejos de limitarse a la estética, sus murales se convirtieron en herramientas de denuncia y memoria histórica.
Uno de sus trabajos más emblemáticos en Neuquén es el mural ubicado en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue, que alude al golpe militar de 1976 y a la lucha por la Memoria, Verdad y Justicia.
En 1990, realizó su primer mural en la ciudad, convocada por el obispo Jaime de Nevares, una de las figuras más importantes en la defensa de los derechos humanos en la región.
Desde entonces, ha sido parte de numerosas intervenciones urbanas, como el mural “Pata-Agonía” en el Palacio Municipal, la obra en homenaje a los 100 años del Hospital Castro Rendón, y el mural conmemorativo por los 40 años del golpe cívico-militar en la Biblioteca de la Universidad Nacional del Comahue.
Algranati no solo crea murales; también ha sido una ferviente promotora de la formación de colectivos artísticos en la provincia. Su objetivo ha sido siempre integrar a la comunidad en el proceso creativo, generando espacios de participación y diálogo a través del arte.
En 2021, fue convocada por el Ministerio de Cultura de la Nación para realizar un mural con la técnica de esgrafiado titulado “Soberanía”, ubicado en la esquina del cementerio central de Neuquén. Esta obra dio inicio a un proyecto de embellecimiento del perímetro del cementerio, impulsado por el programa “Amar Neuquén”, en colaboración con la Municipalidad y la Legislatura.
Entre sus colaboraciones más recientes, destacan los murales realizados en el Paseo Costero y aquellos en homenaje a los 40 años de la Guerra de Malvinas. Además, ha trabajado junto a otros artistas urbanos y muralistas como Pabla Arias (del grupo “Ammura Neuquén”), Gastón Pereyra, Comum, Ailín Tornatore, Turca Said, Dashu, Emilce Delvas e Ignacio Iturrioz, entre otros.
El arte de Algranati no se limita a Neuquén ni a Argentina. Su talento ha sido reconocido a nivel internacional, con obras que forman parte del patrimonio artístico de países como Cuba, México, Chile, Costa Rica, Francia y Suecia. Su participación en simposios y congresos de muralismo en Latinoamérica ha permitido que su mensaje trascienda fronteras, llevando su visión social y su técnica a diferentes culturas.
Además de su faceta muralista, Algranati ha incursionado en la escenografía para teatro y títeres, colaborando en Buenos Aires, Neuquén y otras provincias. Actualmente, sigue dictando talleres de muralismo en diversas ciudades, promoviendo la formación de nuevos artistas y colectivos.
El trabajo de Elisa Algranati es un testimonio vivo del poder del arte como vehículo de transformación social. Sus murales no solo embellecen la ciudad, sino que también educan, interpelan y resignifican el espacio público, generando conciencia sobre la historia, la identidad y los derechos humanos.
Su legado en Neuquén, lejos de estar concluido, sigue expandiéndose con cada trazo de su pincel, dejando una huella imborrable en el paisaje urbano y en la memoria colectiva de la provincia.